Circuito de artes escénicas

La tristeza, ese efecto colateral del coito, es el motor de este espectáculo. Dos actrices y dos actores desdoblados en multitud de personajes ávidos por amar, bailar y besar la vida. Teatro bajo los rayos del sol, testosterona en movimiento, encuentros y desencuentros en una comedia enloquecida que retrata cualquier verano de nuestra vida.

El verano es un estado de la mente. A más horas de sol y más vitamina D, mayores niveles de serotonina. La estación estimula la secreción de la célebre “hormona de la felicidad” y al mismo tiempo desata un caudal de deseos y ensoñaciones que producen escenas hilarantes. Más ligues, menos ropa, comienzos, cuernos, rupturas, fases más o menos promiscuas... Tras alcanzar el cénit del placer sexual, un torrente hormonal converge libremente en el organismo generando cierta sensación de bienestar. Pero como todo lo que sube de manera acelerada debe caer de la misma forma, emerge la melancolía. La tristeza, la angustia y la ansiedad son los síntomas que, generalmente, experimentan algunas personas después de hacer el amor. Acabado el acto, alguno de los dos protagonistas llora. Y más allá de la ‘disforia poscoital en esta comedia asoma la parte más reflexiva y humorística de la relación abrupta, del idílico romance o del “aquí te pillo, aquí te lloro”.

Los polvos melancólicos: la obra teatral donde “la joie de vivre” y el placer de las pequeñas cosas se codea cómicamente con la frustración del amor ideal, los desarreglos mentales y el “frescor estival”. Un espectáculo para broncearte por dentro, reír y reflexionar.